Este edificio romano data del siglo II D.C., conocido como el «Salón de las Musas». Fue utilizado como un centro educativo y cultural y una vez que el cristianismo fue adoptado como religión oficial de Roma, se convirtió en una Basílica, la primera iglesia dedicada a la Virgen María.
Tenía 260 metros de longitud y fue construido con columnas en forma de una fina basílica con baptisterio. Al ser destruida parcialmente una parte, la sección occidental formó una basílica con una cúpula, y tras ser ésta destruida también por el tiempo, la parte oriental de la antigua basílica se convirtió en una iglesia. Es por ello que se le conoce como “Iglesias dobles”. Su baptisterio es el mejor conservado de Asia Menor.
El Tercer Concilio Ecuménico, o Concilio de Éfeso, se celebró en esta ciudad, en el año 431, bajo el emperador Teodosio II, nieto de Teodosio el Grande. Asistieron unos 200 obispos y se discutió el carácter divino de Cristo y de la Virgen María. Nestorio (380-451), el fundador de la escuela de Antioquía y el Patriarcado de Estambul, rechazó la naturaleza divina de Cristo y alegó sobre María que no era la madre de Dios, sino de un ser humano. La escuela de Alejandría, por otro lado, apeló a la visión más mística y tradicional de que María era la madre de Dios, por lo que al final Nestorio fue enviado al exilio. Fue en este concilio en que se decidió finalmente que Cristo tenía una doble naturaleza, como Dios y como hombre, y la Virgen María era “theotokos”, la portadora de Dios.